Por Héctor Alvarado Díaz
1) Ciudad ideal
Azul, iluminada por los pasos en la sombra. Es de noche, veo la figura de un hombre alejándose. ¿Quién vive en la ciudad? ¿Es él quien ha venido para irse, o soy yo la que ha venido a buscarlo? No lo sé, apenas me mira se aleja.
2) ¿Hay alguna limitación para el poeta?
Sí, la incapacidad de hacerte dueño o dueña del lenguaje. El lenguaje te guía sólo cuando tú lo dominas.
3) ¿Traducción = Violación?
Más que violación la traducción es coito puro, unión de lenguas, dos labios que se tocan. Traducir es la forma más perfecta del amor por la lengua. Traduzco para aprender a leer. Si das con lo justo, ambas lenguas salen preñadas. Así se enriquece el lenguaje en expresión, ritmo, música.
4) ¿La poesía aísla o comunica?
Te aísla para comunicarte. Yo no me sé comunicar, por eso escribo. Tengo graves problemas cuando hablo. Me queda siempre la sensación de haber hablado de más, y esto es por falta de poda: lo dicho, dicho. Pero en poesía puedo esperar, escribir un libro cada 7 años; quizá me haya arrepentido más por haber eliminado algunas cosas. Me sucedió al dejar fuera ciertos vocablos árabes en Todo antes de la noche.
5) 5 poetas y 5 narradores indispensables
Poetas: Job, Heráclito, Santa Teresa, Safo, Bocaccio.
Narradores: San Agustín, para mí el mejor de los escritores; Borges por lúcido; Tólstoi por profundo; Jean Rhys por su retrato de mujeres con vidas que no son capaces de cambiar; Virginia Wolf porque sí lo logró.
6) ¿La academia esteriliza?
No, es algo que hemos hablado entre traductores. Un joven discutía con un académico acerca de optar por lo coloquial en las traducciones: “Of course, dijo el estudiante, there are always other alternatives.” Con elegancia clásica el maestro respondió: “You see, there may be other options, only one alternative”. Con esto, el profesor emérito de la UNAM, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, le dio a ver la necesidad de regresar a las etimologías, al origen de cada vocablo utilizado. En lo personal, quisiera tiempo para estudiar de nuevo griego y latín, quizá lo haga después, y el árabe.
7) ¿Apuestas por la mayoría o por el individuo?
Por el individuo. Cada ser humano tal como es me significa un mundo a desentrañar. No puedo estar en grupo, se me dificulta mucho, opto por el individuo o individua que esté a mi lado. En donde esté, siempre pregunto a quien está a mi lado si es mejor una palabra que otra, ya sea el poema que me encuentre escribiendo o la traducción que esté trabajando en el momento.
8) ¿La lengua se ha empobrecido?
Sí y no. Ha ganado nuevas palabras, muchos neologismos, vocablos asimilados de otras latitudes, pero eso no significa ganancia en el lenguaje. Más valdría re-usar gardenia, mar o flor, dándole un nuevo sentido que nos regrese a lo ancestral del cedro.
9) ¿Si pudieras escapar te irías?
Ya estoy fuera, desde los 6 me fui y mi problema es que no tengo modo de regresar, los vuelos están saturados, las vías descarriladas, los barcos navegan en mares secos. Ahí en Rumania estaba Ovidio con sus Tristes, con él si puedo hablar, y con Ajmátova en las tardes de lluvia, y con Octavio Paz cuando veo un cuadro de Francisco Goitia y sus colgados.
10) ¿Eres rigurosa y estricta o te das libertades?
Depende el color de falda que traiga puesta. Me gusta el rojo. No me gusta usar pantalones, y desde que he dejado de usarlos, me siento más mujer, más libre, más lo que soy. Rigurosa en mis horarios, sí, mucho, metódica hasta la enfermedad, obsesa compulsa.
11) ¿A veces escribes en trance?
Sí, cierro los ojos y veo en el aire las cosas, más que trance, diría que son visiones. Médicamente hablando se les llamaría alucinaciones. Trance, no sé lo que es; pero sí transida de amor o de dolor, de desamparo o miedo, y casi siempre en un estado considerado no-normal, y sin embargo, para mí, el único en donde puedo ver imágenes que van saliendo de un fondo marino, o de pronto aparecen contra un techo blanco, blanco, blanco. En ese estado de ceguera aparece la voz, la imagen, lo que hay que decir.
12) ¿El mundo de las imágenes es ideal para el poeta?
No sé pensar de otra forma. Tengo dificultades para pensar. El alma nunca se equivoca, el pensamiento sí. Si estoy triste, mi pensamiento se oscurece, no puede discurrir, entonces, es mi alma la que ve imágenes que le hablan, eso es lo que escribo. Casi siempre son imágenes de fondos marinos o desiertos desolados.
13) ¿Escribes con música?
La música es el motor en mi escritura, escojo de acuerdo al poema, me gusta la música religiosa, sentirme en un monasterio, no por lo monjil, sino por la arquitectura de la soledad, veo en el atrio una sola ave, un solo árbol, y silencio, mucho silencio, eso me lo da la música, aunque sea Maria del Mar Bonet. Me gusta sobre todo la música portuguesa, esa nostalgia de la que no puedo nunca despenderme y que alimento para que permanezca en mí.
14) ¿Qué guión te hubiera gustado escribir?
“Vivre sa Vie” de Jean-Luc Godard, la parte del filósofo en donde tocan el tema del lenguaje y el silencio. El candor de la prostituta parisina enamorada del cine, de cómo se deja arrastrar por la vida para tomar sus decisiones, el manejo en bloques. El mismo director dijo de este film: “Lo que quise es lo definitivo por casualidad.” Parece ser una película simple y así te lleva hasta la parte en donde aparecen los dos personajes reflexionando acerca de qué se habla y qué se calla, de eso trata la vida, de eso, la poesía, casi todo arte.
15) ¿Crees en el azar?
Me asusta porque lo veo suceder de una forma tan asombrosa. No podría creer en algo más que no fuera el azar. ¿Entre cuántos me eligió usted y por qué?
16) ¿Se puede conocer la realidad a través de la poesía?
No creo que la realidad exista. “Tus ojos, eso es lo real.” Sólo lo que los ojos ven es real, lo demás es invento del imaginario, construcción de algo que no acabamos de comprender, y de lo que nos sostenemos mientras seguimos en este instante de mundo.
17) ¿Cómo imaginas el paso hacia la muerte?
Quisiera primero entender cuándo y por qué di el paso a la vida. En esa tarea estoy ahora, y me voy a demorar, tengo infinitas dudas acerca de mi vida, de si existo, de quién soy, a qué vine, cuánto voy a durar. A veces pienso que me voy a los 72, aunque si me fuera mañana no me sentiría mal, lo único que pediría es tiempo para terminar de corregir a mis poetas norteamericanos que tanta guerra me han dado.
18) ¿Te afectan las críticas?
Pensé que no, pero hace algunos meses me hicieron una crítica, no a mi obra sino a una traducción. Me sentí terriblemente mal, como si hubiera traicionado una voz. Quisiera lograr que no me importara ni lo bueno ni lo malo, pero así nací, creo que la fragilidad del poeta es su condena, y me parece, aunque no estoy segura, que no se trata de narcisismos, sino de una falta de afecto, hay algo en el poeta que no sé si exista en narradores o novelistas: su vulnerabilidad. Es la parte más cruel.
19) ¿Le sacas la vuelta a la nostalgia?
Al contrario, la llevo de la mano. La nostalgia tiene que ver con lo perdido, y necesariamente con Mnemosine: la memoria, única arma segura del poeta. Nada más nostálgico que un olor a infancia.
20) ¿La neurosis es un motor o un lastre?
No sabría diferenciar, soy neurótica de nacimiento. De niña caminaba de puntitas para no pisar las rayas en el piso de loseta de mi casa. Si tomaba una mandarina, acomodaba los gajos en forma de flor en torno a la orilla del plato. El espanto llegaba al final cuando sólo quedaba un gajo al centro: ¿cómo acomodarlo, qué hacer para que ese elemento hermafrodisíaco no se sintiera desvalido? Si por neurosis se entiende lo obseso compulso, sí lo veo como motor, y si vas a alta velocidad, corres el riesgo de descarrilarte.
21) ¿Siempre que buscas encuentras?
Me tardo más en buscar que en encontrar. Sé que estoy buscando algo, en ocasiones no sé qué, siento ese vacío del que habla San Agustín, entonces voy a mis vacíos interiores, me tardo en encontrar las razones, y en esas búsquedas, nace el poema.
22) ¿Te sientes parte de una tradición?
Creo que cada escritor debe pertenecer a una tradición, salirse de ella y regresar con voz propia. Lo de la “tradición” me lo he preguntado mucho luego de traducir a estos 16 poetas norteamericanos. Ahí está Isaías, San Juan, Apollinaire, Verlaine, la cábala, la mística, la magia, la gnosis… entonces, la tradición somos todos leyendo y escribiendo un solo libro. Creo más en la posibilidad de que cada poeta establezca su propio canon, y que esa sea su guía.
23) ¿Cuánto tiempo te llevas en la corrección?
El libro que estoy trabajando tiene poemas que escribí hace más de 5 años que aún no logro resolver. Otros, como “Jueves Santo” o “Primer esbozo de sed”, los escribí en una tarde, de un jalón. Quizá haya hecho alguna leve enmienda. Por lo general me lleva meses corregir, lo mismo mis poemas que una traducción.
24) ¿Hay que sufrir para escribir?
Antes pensaba que el poema se escribía desde el dolor, aún la poesía erótica. Sigo pensando en el erotismo como una de las formas del dolor.
Pero no veo la escritura como sufrimiento, por el contrario, lo alivia. En el dolor, hay que escribir, y en la ausencia de dolor, también, siempre que el lenguaje nazca de una visión, un paisaje, una buena lectura. También el cine, ese otro cielo, es generador de múltiples imágenes y reflexiones.
25) ¿A dónde va el mundo?
¿Queda algo de mundo? Me aterra ver lo que sucede. Pero, a la vez, siento que el dolor no debe ser nunca un espectáculo. Hemos democratizado el terror, por eso, opto por ya no ver lo que hacen los medios con las guerras. La demasiada información deforma las mentes. Mejor, dejarse llevar por la intuición, el alma nunca se equivoca. Leer, luchar por que los libros no se apaguen, por el buen cine, el buen teatro, la música… pensar el mundo por el arte.
Breve nota bio-bibliográfica: Jeannette Lozano es poeta y traductora.
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